LAS HERMANAS BUNNER

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La novela que nos ocupa, está localizada en un barrio humilde de Nueva York y los personajes, las hermanas Anna Eliza y Evelina llevan una vida rutinaria, con la precariedad económica como factor determinante. El relato está estructurado en dos partes. En la primera un narrador omnisciente nos muestra el ambiente en que se mueven las dos hermanas, la dedicación a su trabajo en la mercería, la trastienda en la que viven, las vecinas con las que se relacionan. La vida que llevan estas dos hermanas solteras es sencilla, no conocen la maldad y en su mundo todo transcurre según lo previsto. La rutina diaria es lo  que les proporciona seguridad y estabilidad. Sin embargo, un hecho banal, la adquisición de un reloj por parte de la hermana mayor para regalárselo a su hermana por su cumpleaños, es lo que determina un cambio inesperado en la vida gris y monótona de las hermanas. Con la llegada del reloj, aparece Herman Ramy, el relojero que hace crecer en cada una de las hermanas las ilusiones perdidas. Contra todo pronóstico le pide matrimonio a Anna Eliza, la mayor. La conmoción por la inesperada declaración de amor es tremenda, pero siente el deber de renunciar para proteger la felicidad de la hermana menor, que en ningún momento es consciente del sacrificio y la lucha interna que ha mantenido su hermana para no mostrar sus sentimientos hacia Ramy. A partir de esta secuencia empieza la segunda parte. El pretendiente vuelve a la trastienda y se le declara a Evelina, la menor, quien acepta casarse con él. A continuación viene la parte dramática de la narración. Las dos hermanas se tienen que enfrentar a un mundo de soledad, sufrimiento y maldad.

Esta edición que hemos leído cuenta con un prólogo de Soledad Puértolas en el que apunta  a la importancia del reloj en la novela. Efectivamente, la conciencia del tiempo es un factor nuevo en la vida de las hermanas. La vida que había estado paralizada se echa a andar y ya no se sabe hacia dónde puede dirigirse.

Se han debatido los temas presentes en la novela; como el amor que  profesa Anna Eliza hacia su hermana. Por ella renuncia a casarse, prefiere la felicidad de esta antes que la suya porque es consciente de que si acepta a Ramy, hará desgraciada a Evelina. Sin embargo, el verdadero dolor de Anna Eliza no es el de la renuncia del amor, sino el de la pérdida de la hermana pequeña y la soledad con la que tendría que vivir en adelante: “Anna Eliza atravesaba, o eso le parecía, el noviciado de su dolor; se preparaba, mediante un sinfín de experimentos, para la soledad que aguardaba cuando Evelina se marchase”. (Pág. 92)

Cuando los recién casados se han ido a vivir a San Luis: “El  primer dolor de la separación quedó atemperado por la llegada de la señorita Mellins, de la señora Hawkins y de Johnny, que acudieron para ayudar a quitar las guirnaldas y adecentar la trastienda. Anna Eliza, como es natural, les agradeció esa amabilidad y detrás del cariño familiar  de sus presencias divisó la figura de la Soledad en la puerta. Anna Eliza era una persona muy insignificante para una invitada tan importante, y una temblorosa sensación de insuficiencia se apoderó de ella. No tenía elevadas reflexiones que ofrecer a su nueva compañera de hogar… Del abrumador discurso del silencio no conocía ni la menor sílaba”. (Pág. 101)

Hemos comentado ampliamente  la reflexión que hace la protagonista cuando Evelina regresa enferma y moribunda a la tienda y le confiesa a su hermana la vida desgraciada que ha llevado y la clase de persona con la que se ha casado: “Por primera vez en la vida atisbaba la horrible cuestión de la inutilidad de los sacrificios personales. Hasta entonces ni se le había pasado por las mientes poner en duda lo principios heredados que habían regido su vida. Pensar en el beneficio de los demás antes que en el suyo propio le había parecido natural y necesario, porque había asumido que eso implicaba la consecución de ese beneficio. Ahora se daba cuenta de que renunciar a las alegrías de la vida no garantiza la transmisión de estas a aquellos por quienes se ha renunciado a ellas; su paraíso familiar estaba deshabitado. Sintió que ya no podía confiar ni siquiera en la bondad ni en Dios y que solo había un abismo negro sobre el tejado de la tienda Hermanas Bunner”. (Pág. 138)

El éxito de esta novela está en el equilibrio narrativo. Al principio predominan secuencias descriptivas y un tono romántico y ya avanzado el relato se deja entrever la adicción y los verdaderos intereses del drogadicto. El drama se centra en Evelina y  una vez más, Anna Eliza, se desvive por su hermana.