El día 16 de septiembre concluyó el último de los viajes programados por la Asociación para este curso: Canadá en 15 días. ( Montreal y el oeste del país )
Las siguientes impresiones del viaje, nos las ha hecho llegar nuestra compañera Isabel Marián y creemos que nos aproximan un poco, a lo que han podido significar estos días para el grupo de viajeros.
Un viaje como el que hemos realizado a Canadá, es de los que dejan huella. Mi valoración del mismo es muy buena.
El grupo de viajeros (la mayor parte viajeras), somos personas acostumbradas . Nos adaptamos a casi todo (comidas, habitaciones, horarios ) con muy buena disposición y con buen humor. La convivencia por tanto ha sido excelente.
Por otra parte, tanto los hoteles, como la comida y las actividades y excursiones programados han sido muy satisfactorios. El guía, Claude, canadiense enamorado de su país, muy culto y profesional, estaba en todo. Otro tanto se puede decir de Joan Albert. Nos han facilitado cada paso que dábamos, sorteando la barrera del idioma y lo que hiciera falta.
Los canadienses con los que hemos tratado han sido amables, tanto los empleados de hoteles, restaurantes y tiendas,, como los que encontrábamos en el ascensor o en la calle. Siempre atentos y con una sonrisa, incluso intentando chapurrear lo poco que sabían de nuestro idioma.
¿Y qué decir de los paisajes, los glaciares, los ríos, los lagos, las cascadas….? La belleza de los bosques, las cadenas de montañas, es sobrecogedora. Todo es inmenso. Vimos incluso osos, cosa que nos entusiasmó como a chiquillos. Allí sientes que nuestro planeta no está del todo perdido. Se podrían llenar páginas intentando transmitir la armonía, la paz, que se respira en esos lugares, pero no es posible, no. Es mucho más de lo que imaginábamos.
También vimos ciudades, claro. Tienen todas rascacielos, muy modernos y espectaculares, los barrios residenciales muy repartidos y alejados unos de otros, con parques que son bosques en medio y lagos y mucha, mucha agua. Es un concepto de ciudad que poco tiene que ver con las europeas, si exceptuamos Montreal que tiene más historia.
Andando por esas calles te encuentras personas de todas las razas y creencias, aparentemente en buena armonía, y eso sí que me encanta. Parece que los canadienses han encontrado la fórmula perfecta para hacer un reparto de la riqueza en libertad, una sociedad verdaderamente democrática. Digo parece porque un viaje de dos semanas escasas no da para hacer afirmaciones categóricas. Según nos explicaba Claude, le Educación es gratuita y pública casi toda, hasta llegar a la universidad. Todos los canadienses tienen sanidad publica, no gratuita, pero asequible a todas las personas…En fin, es un país rico, pero ellos si reparten.
Como todo no puede ser perfecto en esta vida, el final del viaje no fue tan bueno. Tuvimos que esperar horas y horas en Barcelona para tomar el avión hacia Tenerife. Ya estábamos cansados por no haber dormido y nos caíamos de sueño. Al parecer esos retrasos son habituales en ese aeropuerto los domingos por la tarde.
Y acabo.¡ A esperar el próximo viaje!
Isabel Marián Rodríguez, viajera aficionada.