El día 9 de abril tuvo lugar en la librería de Mujeres un encuentro de clubes de lectura para comentar el libro de Poniatowska, Querido Diego, te abraza Quiela. Acudimos a la cita un grupo considerable de Paulo Freire, las Magarzas, las Atalantas, las de la librería de Mujeres y las de la Universidad de La Laguna. Aforo completo y ambiente relajado. Allí nos encontramos con compañeras que comparten la misma afición y pasión por la lectura. El editor de Impedimenta, Enrique Redel, comenzó su intervención explicando el proceso de edición de la obra, que se publicó en México en 1978. Así, cuando Elena Poniatowska va a prologar una novela de Lupe Marín, que se creía que era la primera mujer del pintor Diego Rivera, encuentra un libro de Bertram Wolfe, La vida fabulosa de Diego Rivera, que narraba la vida artística y sentimental del muralista mexicano. Y por esta fuente se entera de la existencia de Angelina Beloff, una exiliada rusa, pintora de talento, que fue la primera mujer de Rivera y con la que tiene un hijo, Dieguito, que muere al año y medio. Convivieron en París durante diez años hasta que él la abandona y regresa a México. “padrísimo”. En cuanto a la acogida y venta del libro, Redel es optimista, pues prevé que haya una tercera edición antes de la entrega del Premio Cervantes a la escritora mexicana.
A continuación se estableció el debate con intervenciones interesantes; desde la postura feminista que rechaza por completo la actitud sumisa de la protagonista hasta la consideración de la obra como un relato de ficción, resaltando que las cartas son producto de la imaginación de la autora y el acierto al emplear el género epistolar.
Desde aquí queremos agradecer a Izaskun, la dueña de la librería, que haya contado con nosotras para que participáramos en esta actividad.
Querido Diego, te abraza Quiela
Sobre el libro físico:
La elección de tintas o papel produce un olor desagradable al pasar las páginas.El diseño de portada y la elección de la tipografía externa (intentando aproximarse a la manuscrita, y con un estilo “retro”), así como los colores, invitan al lector a entrar en contacto con el argumento de la obra aún antes de comenzar a leer. Es un hecho imperceptible pero que habla de un estudio detenido de estos elementos por parte de la editorial.
Es un texto agradable al tacto y que se puede llevar cómodamente en un bolso, debido obviamente a la extensión de la obra original, por un lado, pero también a la elección de un interlineado y espaciado adecuado y cómodo.
Sobre la obra:
Es –efectivamente- un ejercicio sorprendente de realidad epistolar. O sea, a priori la obra parece que nace con vocación de traer a la luz la correspondencia (mejor, cartas, pues no hubo respuesta de Rivera en casi ninguna ocasión, por lo que “correspondencia” es un exceso) de Quiela y solo eso. Sin embargo, y a pesar del narrador-editor elegido -punto de vista narrativo que no pretende más que ser fedatario de papeles que el autor encuentra-, que pudiera alejar significativamente al lector de la trama, la autora consigue vincularme a la misma, con una desazón en el alma continua. Se lee con la necesidad de que el personaje principal (Quiela), digamos, “despierte” de una vez, en la carta siguiente. Y así, llegas al final, con un epílogo tan breve como revelador y que cierra –afortunadamente para el lector- una larga agonía.
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