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Un año más y como mandan los cánones la Asociación “Paulo Freire” celebró su particular fiesta de LA CASTAÑA. Como todo evento que se precie fue anunciada a bombo y platillo en los medios de que dispone la Asociación. La fecha señalada, un jueves 23 de noviembre y el sitio elegido uno de los municipios más generosos en ofrecer sus castañeros, La Victoria de Acentejo.
Victoria la de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar de este día de convivencia por muchos deseado. El punto de encuentro, la Plaza de Europa a las diez de la mañana. Tras diez minutos de cortesía se pusieron en marcha las lujosas y flamantes guaguas de Transelp rumbo a nuestro destino.
A las diez y cuarenta y cinco minutos nos recibió el Alcalde victoriero a las puertas del Ayuntamiento para darnos la bienvenida excusándose de no hacerlo en el interior por falta de espacio que acogiera a los 90 peregrinos de la castaña.
Seguidamente, ya de la mano de la guía local acompañada de la Sra. Concejala de Cultura nos desplazamos al interior de la iglesia, no sin antes rendir homenaje al emblemático pino, testigo según unos, de la primera misa de Alonso Fernández de Lugo. Ya en el interior disfrutamos de los comentarios que la improvisada guía nos ofreció. Es de destacar su buen hacer en este papel que no se esperaba.
Según comentarios a pie de visita, quedaron todos gratamente sorprendidos por la belleza sencilla y cautivadora de este templo. Se recomienda una visita más sosegada para los amantes del arte.
Terminada la visita y después de la foto de familia, acudimos al local que gentilmente cedió el Ayuntamiento para celebrar nuestra particular fiesta. Si alguien se encontraba inapetente, el apetito apareció con el pequeño senderismo que practicamos hasta llegar a los dominios del equipo de cocineros que preparó las viandas que no fueron otras que castañas y pescado salado precedido por entremeses variados, todo ello con el sello de denominación de origen canario. Y el vino que no faltara.
También el sol quiso hacerse presente y se buscó su mesa que gentilmente le cedieron una docena de comensales.
Tras la comida, una larga y divertida sobremesa amenizada por Quique Melián coparticipada por la mayoría de los asistentes. Las cuartetas de Moisés hicieron crónica con el humor que le caracteriza de lo que hasta ese momento había acontecido. El tiempo no se detuvo y nos solicitó ocupar nuestros puestos en la guaguas que estaban ronroneando con sus motores.
Conscientes del trabajo que supone tanta organización desde aquí se agradece a todas/os aquellas/ os que lo hicieron posible.
José María Moral Cruz