El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes Tatiana TÎBULEAC
Esta devastadora novela trata con crudeza una agresiva relación maternofilial y el verano de la reconciliación.
Aleksy, el narrador, es un pintor famoso que sufre un bloqueo creativo. La terapia que le recomienda su psiquiatra es la escritura para que a través de sus recuerdos cierre los traumas de su vida y pueda volver a pintar. Por eso comienza a relatar cronológicamente los tres meses de verano que pasó con su madre en un pueblo de Francia.
En las primeras páginas conocemos a Aleksy y la opinión que tiene sobre su familia. Sus padres son inmigrantes polacos que viven en Inglaterra y él ha pasado su infancia en centros para enfermos mentales. No ha superado la muerte de su hermana pequeña, por la única que siente amor y es muy desgraciado al no sentirse querido por su madre, a la que profesa odio y rencor. En su discurso obsesivo incluso muestra instintos asesinos hacia ella: “Algunas tardes, cuando volvía a casa después de clase-yo sin decir ni pío en todo el camino y ella diciendo tonterías sin parar-, no la podía
soportar. Me daban ganas de meterla en la lavadora y poner en marcha el programa de escaldar sábanas. Encerrarla en el congelador y sacarla hecha migas. Irradiarla.
En aquellos momentos, cuando tenía en la cabeza las caras de mis compañeros deformadas por la risa…quería que mi madre estuviera muerta” (pág.12)
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