Jesús Carrasco, Llévame a casa.
Jesús Carrasco nació en Olivenza (Badajoz) en 1972. Su primera novela, Intemperie (Seix Barral, 2013), lo ha consagrado como uno de los debuts más deslumbrantes del panorama literario internacional y ha sido galardonada con el Premio Libro del Año otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid, el de Cultura, Arte y Literatura de la Fundación de Estudios Rurales, el English PEN Award y el Prix Ulysse a la Mejor Primera Novela. Ha quedado finalista del Premio de Literatura Europea en Holanda y del Prix Méditerranée Étranger en Francia. Elegida como Libro del Año por El País en 2013 y seleccionada por The Independent como una de las mejores novelas traducidas de 2014 en Reino Unido, Intemperie ha sido publicada en veintiocho lenguas y ha sido adaptada al cine por Benito Zambrano. Su segunda novela, La tierra que pisamos (Seix Barral, 2016) ha sido galardonada con el Premio de Literatura de la Unión Europea.
Juan ha conseguido independizarse lejos de su país cuando se ve obligado a regresar a su pueblo natal debido a la muerte de su padre. Su intención, tras el entierro, es retomar su vida en Edimburgo cuanto antes, pero su hermana le da una noticia que cambia sus planes. Así, sin proponérselo, se verá en el mismo lugar del que decidió escapar, al cuidado de una madre a la que apenas conoce y con la que siente que solo tiene una cosa en común: el viejo Renault 4 de la familia.
“De todas las responsabilidades, el tener hijos es, probablemente, la mayor y más decisiva. Darle a alguien la vida y hacer que esta prospere es algo que involucra al ser humano en su totalidad”. En cambio, rara vez se habla de la responsabilidad de ser hijos. Claves de la novela. Llévame a casa trata de esa responsabilidad de cuidar de los padres y de la necesidad de asumirla».
Probablemente esa es la idea central del libro, al margen de otros temas y aspectos que hayan poder sido integrados en su lectura. Una lectura potente, dura en algunos casos, sobre todo en los reproches que Isabel le hace a su hermano Juan. Reproches que hieren a éste y le van a hacer tomar responsabilidades, tareas, trabajos, al que él no está acostumbrado. Se define a sí mismo como un apátrida, un descastado. En su familia se mantiene el concepto tradicional de pasar el testigo de generación en generación. Juan no lo ve así, pero “Hay momentos en los que es necesario salir de la piel que uno habita”. Y es esto lo que ha de sucederle a Juan. Al final éste se quedará con su madre en Cruces hasta que, tras la demencia absoluta, que lleva a su madre a la infancia al recordar su casa de Aldeanueva, su hijo la lleva a ese pueblo. Rechaza volver a Edimburgo y llama a su amigo Brian para comunicarle su decisión; este cuidará del redodendro que estaba a cargo de Juan en el Jardín Botánico de Edimburgo. Su decisión de quedarse está hecha con gusto, dado que siente esa necesidad por el poco trato y cuidado que había tenido con su madre.