Club de Lectura 10º. Lecturas

EL VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES

                  Tatiana Titulbeac.

Traducción de Marian Ochoa de Eribe.

Editorial Impedimenta.

Escritora moldava 1978. Vive en París con sus hijos.

           La novela se fundamenta en la desesperante relación entre madre e hijo, ambos con problema psiquiátricos. “Una  novela, abrupta,  inflexsible .  Zarandea a sus  personajes, los engaña, los manipula. A nosotros los lectores de carne y hueso                                                                                             (Actualité)

Alesqui, el personaje central, odia a su madre. Esta permanecerá siete meses en cama después de la depresión que sufre tras la muerte de su hija, Milka. Se divorcia. Mantendrá una hostilidad con su hijo, quien llega a ser internado en sanatorios psiquiátricos y al que sólo lo salvará su pintura extraña, pero poderosa.

En distintos momentos de la novela el protagonista va haciendo una definición, a veces, reflexión sobre su madre. En un momento final su madre le invita a ir de vacaciones a un pueblo francés. Por fin llega la reconciliación. Su madre morirá de cáncer con metástasis.

Al final se resume la promesa hecha a su madre y tras la relación que él mantiene con Maira,  final de la novela. La negación resume todo lo que fue su vida.

Me acuerdo de mi madre todos los días, tal y como le prometí a la orilla del Océano. Procuro no mentir.

          Los ojos de mi madre eran un despropósito

          Los ojos de mi madre eran los restos de una madre guapa

         Los ojos de mi madre eran el deseo de una ciega cumplido por el sol 

         Los ojos de mi madre eran campos de tallos rotos 

         Los ojos de mi madre eran mis historias no contadas 

         Los ojos de mi madre eran las ventanas de un submarino de esmeralda

          Los ojos de mi madre eran conchas despuntadas en los árboles

          Los ojos de mi madre eran cicatrices en el rostro del verano

             Los ojos de mi madre eran brotes a la espera

“Aquella noche no hicimos el amor.  La mañana no fue hermosa. Moira no quiso ver las amapolas. El conductor no se quedo dormido. El accidente no se produjo. Las piernas no se rompieron. La sangre no manó de la sien. El amor no se perdió. Las dogas no me encontraron. El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes no se acabó jamás.”  

Es una novela muy buena y me ha impactado mucho. Las comparaciones que va utilizando son magníficas. El lenguaje es fluido y se ajusta a los determinantes momentos de la relación. La figura de los dos personajes fundamentales están psicológicamente definidos y marcados; también  los secundarios: el marido de la protagonista, Milka, la hermana; su amigo Kalo y su amor de siempre, Moira son retratados y reflejados con el papel que cumplen en la obra.
Me reitero una novela dura, impactante, preciosa. No deja al lector impasible. Lo hace casi participante pasivo de la misma.

Kalola Quintero