Comenzamos el curso 2017-2018 con esta lectura. Es un libro de 646 páginas y durante los meses de verano hubo tiempo de leerlo. Había muchas expectativas creadas en torno a este libro porque con anterioridad leímos Años lentos y el tema del terrorismo de ETA y cómo se vivió en Euskadi nos interesa mucho. Es difícil que un grupo numeroso como el nuestro coincida en sus gustos y preferencias lectoras, pero hemos de decir que con este libro, lo hemos conseguido. Es una novela que mantiene la tensión y que engancha y hace posible el debate y la participación en la tertulia. Su lectura nos ayuda a entender lo que ocurrió en Euskadi, pues aunque se trate de una ficción literaria, hay un testimonio de la historia de la sociedad vasca durante los cuarenta años en que se mantuvo el conflicto. Aramburu siempre ha defendido a las víctimas del terrorismo y ha rechazado la violencia y cualquier agresión dirigida contra el Estado de Derecho. Por eso escribe contra el crimen perpetrado con la excusa política y que fue apoyado por una parte de la sociedad que tal vez atenazada por el miedo, se mantuvo insolidaria y silenciosa ante las atrocidades que se cometieron. En octubre de 2011 ETA anuncia el cese de la lucha armada y este es el punto de partida de Patria.El argumento trata de dos familias que viven en un pueblo guipuzcoano, sin nombre y que fueron muy amigas: la de Bittori, viuda de un pequeño empresario, en principio valorado y considerado por la comunidad, pero que luego pasó a ser acosado por sospechoso hasta que finalmente es ejecutado por ETA porque no pagó a tiempo el impuesto revolucionario, y la de Miren, cuyo hijo Joxe Mari lleva media vida encarcelado por pertenecer a la banda armada, está imputado por cometer crímenes y del que se sospecha que pudo haber sido el que asesinó al Txato. Hay un final esperanzador porque los que padecieron la pérdida buscan el perdón y lo consiguen. Hay temas y aspectos del libro que nos interesa destacar: El perfil del etarra que nos presenta Aramburu no es un ser heroico, sino más bien el chico bruto del pueblo, susceptible de adoctrinar e inocularle el veneno del fanatismo debido a su ignorancia y falta de formación. Los adolescentes y jóvenes están condicionados por la presión que ejerce sobre ellos la cuadrilla. Le resulta más fácil caer en ETA a un chico de pueblo que a uno de ciudad. Así ocurrió con Joxe Mari. Mientras que su hermano Gorka se va a San Sebastián porque cada vez se iba implicando más sin él querer para no ser excluido del grupo.
El papel que juegan los curas y la iglesia católica a favor de ETA. Una parte de la iglesia vasca amparó y dio cobertura a los terroristas. Veamos como don Serapio, el cura tranquiliza a Miren:” Quítate las dudas y los remordimientos de la cabeza. Esta lucha nuestra es la lucha justa de un pueblo en su legítima aspiración a decidir su destino… La misma humillación que tú y tu familia tuvisteis que soportar la padecen a diario miles de personas en Euskal Herria. Y son los mismos que nos maltratan los que luego hablan de democracia. Su democracia, la suya, la que nos oprime como pueblo…”(Pág. 313).
Otra forma de violencia que se practicó durante estos años fueron las torturas que ejercieron las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en las comisarías y cuarteles.
En los círculos abertzales se tenía muy arraigado el concepto de la supremacía racial del pueblo vasco, de ahí su mentalidad de pueblo elegido y perseguido.
Estructura. Consta de 125 capítulos breves con título que adoptan la unidad de un cuento. No narra los hechos siguiendo un orden cronológico, sino que va constantemente de un suceso a otro guiado por componentes de tipo emocional. Hay una voz que narra en tercera persona que se alterna con la primera persona y con el estilo indirecto libre. En las secuencias dialogadas se utiliza el español que se habla en Euskadi. Así en las formas verbales emplea el condicional en lugar del pretérito imperfecto de subjuntivo:” Si podría dar marcha atrás en el tiempo” “Si yo tendría veinte años menos”. Aparecen vocablos y modismos en euskera y para entender el significado contamos con un glosario. Los diálogos son expresivos, con expresiones coloquiales como:” mogollón”, “más viejo que la nana” “cagüen dios”, “cagaprisa”…Nos ha llamado la atención que con frecuencia utiliza barras para expresa conceptos: dice/piensa, faros/ojos, pidió/rogó, se indignó/inquietó… Lo mismo que preguntas que sí tienen respuesta: “¿A dónde dijo que iba? Ni idea.” “¿Yo, irme? Que se vaya ella”…Por otra parte el recurso del humor y la ironía están muy presentes en la novela. Veamos algunos ejemplos. Cuando murió el Txato, Bittori perdió la fe en Dios. Sin embargo, como no le gustaba ir al café o de tiendas, iba a la iglesia “a practicar su ateísmo silencioso”. O la forma en que Miren trataba al santo de Loyola, que se cambia de asiento en la iglesia porque no le concede los milagros que le pide. Otra escena protagonizada por Miren y su marido, Joxian: “Joxian, la cara vuelta hacia la pared, trató en vano de acallar esa boca, que a escasa distancia de sus oídos había entrado en erupción verbal”. (Pág. 343). No abundan las descripciones. En ellas utiliza la enumeración y poca adjetivación. Observamos también la presencia de tópicos vascos, como la importancia de los apellidos, dar palmadas en la espalda, los maquetos que no hablan sino español, la dedicación y preocupación por la buena comida comida, incluso aparece alguna receta de cocina, la mujer que domina al marido…
Por último destacamos lo bien que están caracterizados los personajes, especialmente Bittori y Miren.
Emilia Méndez Pérez