EL CRIMEN DE LAS HERMANAS CRUZ, CONCHA DE GANZO
Cuando pasamos por el pueblo de Teseguite en Lanzarote nos llama la atención una casa abandonada flanqueada por palmeras. Aquí se cometió un crimen que conmovió a la isla y que sigue vivo en la sociedad lanzaroteña como ejemplo de la injusticia de la época. Antes de la publicación de este libro, otros escritores como Agustín de la Hoz y Leandro Perdomo escribieron sobre este suceso.
En una entrevista la autora manifiesta que su madre y abuelos eran de Lanzarote y que visitó la
isla por primera vez en los años ochenta y le contaron la historia. Posteriormente trabajó allí como periodista y siguió investigando sobre el crimen. Conversó con gente mayor para tratar
de reconstruir un asesinato que ocurrió en mayo de 1919. Cien años después de este suceso, la
huella del crimen no se ha olvidado. Esta novela se presentó en Teseguite con gran éxito.
Incluso acudieron familiares de los protagonistas reales.
Se trata de una obra de ficción que se ajusta a unos hechos que se conocen y que combina datos extraídos de sentencias judiciales con personajes y secuencias ficticias. Creemos que
Concha de Ganzo en esta crónica se propone contar la verdad y hacer justicia. “Petra y María
son dos mujeres que merecen que no se olvide de lo que les hicieron”·
Si nos fijamos en el título estamos ante un doble crimen. María, la hermana mayor fue asesinada en su casa. Tenía una venta y era prestamista. Petra, la otra víctima que fue acusada
injustamente para proteger a los asesinos que trabajaban para los caciques. Estuvo en la cárcel de Arrecife y fue torturada y violada para que confesara un crimen que no había cometido. Acabó por enloquecer y la trasladaron a un manicomio en Gran Canaria donde murió poco después.
En cuanto al perfil psicológico de los asesinos nos encontramos a tres jóvenes con fama de
matones y pendencieros al servicio de los poderosos: Marcos Concepción, el más atravesado y
que infundía temor, Tomás Valiente, pusilánime y cobarde al que protege su madre y Luis
Hernández, que huye a Argentina y escribe desde allí confesando que ellos tres habían matado
a María y exculpando, por lo tanto a Petra. Se reabre el caso y se juzga a Marcos y a Tomás
condenados por matar y robar a María Cruz. Poco después son indultados por el gobierno de
Primo de Rivera.
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