
Me llamo Lucy Barton,
Elizabeth Strout
Lucy Barton es una escritora que en forma de relato autobiográfico, para dar mayor verosimilitud al personaje, nos cuenta su vida desde el presente, desde su madurez, cuando ya ha encontrado su camino y ha sido capaz de reconciliarse con su pasado. La novela no sigue una estructura lineal, sino que en breves capítulos va alternando recuerdos y vivencias de distintas etapas de su vida. Su infancia fue traumática; nació en el seno de una familia muy pobre y desde muy pequeña se sintió discriminada y diferente por su condición social. La vida en Amgash, Illinois, se le hizo insoportable debida a la precariedad y los escasos recursos de los que disponían, a pesar de que sus padres trabajaban. Él como vendedor de maquinaria agrícola y la madre cosía en su casa. Vivían en un lugar aislado del pueblo en un garaje sin lo más elemental hasta que murió su tío abuelo y ocuparon su vivienda. La sensación que transmite de esta etapa y que está muy presente a lo largo del relato es el frío que pasaba en su casa. Por eso pasaba muchas horas después de que acabaran las clases en el colegio para sentir calor. El gusto por la lectura y la dedicación al estudio le sirvieron para combatir su aislamiento y soledad y además fueron decisivos en su futuro. Esta novela tiene un enfoque intimista porque aborda la tensa relación entre Lucy y su madre. La narradora recuerda que en los años ochenta tuvo una operación de apendicitis con complicaciones postoperatorias que la obligan a permanecer hospitalizada durante nueve semanas. En ese momento está casada y tiene dos niñas pequeñas. Sufre mucho porque no las ve a menudo y tampoco a su marido. De repente recibe la visita de su madre, a la que no veía desde hacía años. Esta va a petición del marido de Lucy que le paga el pasaje del avión. En este momento se pone de manifiesto el amor materno filial. La generosidad de la madre que viaja por primera vez en avión hasta Nueva York para estar con su hija. La gratitud de Lucy que siente apoyo y consuelo en su tristeza y soledad. Durante cinco días permanecen juntas en la habitación del hospital, viendo desde la ventana el edificio Chysler y hablando. Diciéndose muchas cosas, pero evitando entrar en los temas familiares dolorosos. En este intervalo hay muchas palabras y muchos silencios,pero no hay gestos cariñosos como un beso o una caricia. La madre es una mujer muy dura y estricta que no sabe expresar sus sentimientos. Educada en la iglesia congregacional trataba a sus hijos con mucha rigidez. En las relaciones familiares no se toleraba por ejemplo que lloraran o que hablasen de temas comprometidos y también se infligían castigos. La protagonista recuerda el miedo que pasaba y todo lo que lloró cuando la encerraban en la camioneta. Sin embargo, la presencia de su madre en ese momento en el que se siente tan vulnerable por la enfermedad, es capaz de lograr un acercamiento. Entre ellas no hay discusiones ni reproches, pero sí momentos de tensión, culpabilidad y rabia. Veamos un ejemplo: “Nosotros éramos gentuza. Ni más ni menos. Con la voz de mi infancia mi madre dijo: -Eres una imbécil, Lucy Barton. No he atravesado todo el país en avión para que me digas que somos gentuza. Mis antepasados y los antepasados de tu padre fuimos de los primeros en este país, Lucy Barton… Nosotros colonizamos este país, y los más valientes se mudaron al Medio Oeste, y eso es lo que somos, eso es lo que eres tú. Que no se te olvide nunca…(Pág.135)”. En otro momento la madre se lamenta de que no dispusieran de dinero cuando sus hijos eran pequeños y de no protegerlos de las humillaciones que sufrieron. Durante la larga conversación que mantuvieron, los tiempos se mezclan y se va del pasado al presente. Nos resultó llamativo el hecho de que la madre no le preguntara a Lucy nada de la vida que llevaba con su marido y sus hijas en Nueva York. A través de los recuerdos, las anécdotas y cotilleos los lectores nos enteramos de la vida de los familiares y sobre todo de los vecinos. La madre, con todo lujo de detalles, le cuenta sobre bodas, infidelidades, rupturas matrimoniales y demás chismes del pueblo.
Hay un proceso de aprendizaje que convierte a Lucy en escritora. Asiste a un taller de escritura impartido por su admirada Sarah Payne y tiene la oportunidad de enseñarle un esbozo de la novela que quería escribir. Para ella fue muy importante la opinión y consejos que le dio: “Lo que estás escribiendo, lo que quieres escribir es muy bueno y te lo publicarán. Pero escúchame bien. La gente se te echará encima por unir pobreza y maltrato…Ésta es una historia de amor, tú lo sabes. Es la historia de un hombre atormentado todos los días de su vida por cosas que hizo en la guerra. Es la historia de una esposa que se quedó a su lado y cuando va a la habitación del hospital a ver a su hija habla de que el matrimonio de todo el mundo va mal. Es la historia de una madre que quiere a su hija. De una manera imperfecta, porque todos amamos de una manera imperfecta…(Pág. 119)”.
Esta tertulia ha estado muy concurrida. Hemos leído y comentado los aspectos más significativos de la novela y valoramos la sencillez y sobriedad de la prosa y también el enfoque emocional, que a pesar de la dureza del tema, no cae en sentimentalismos.
Emilia Méndez