Esta obra se sitúa en Nueva York en los años cincuenta y transcurre en un solo día de la desesperada vida de su protagonista, Tommy Wilhelm. Este hombre que cuenta con cuarenta y cuatro años se hospeda en el mismo hotel que su padre, un doctor jubilado, rico y con prestigio social que no le presta ningún apoyo a su hijo. Empieza el día aparentando normalidad, pero en el transcurso de la jornada se hunde por completo al invertir y perder en la Bolsa los 700 dólares que le quedan. Su confianza la ha depositado en Tankim, un embaucador, estafador y terapeuta que lo empuja a que viva el presente y por eso lo anima a que invierta y a cifrar en el dinero toda su esperanza. La locución latina que da título a la novela es una paradoja porque Wilhelm se halla en medio de una depresión y su situación económica y familiar le inducen a pensar que las premisas del carpe diem que defiende Tamkin son auténticas. En ese día reflexiona sobre su vida y vemos que es el resultado de las decisiones equivocadas que ha tomado. Tiene acentuado el sentimiento de culpa y se da cuenta de que los demás se aprovechan de él. Su primer fracaso comienza desde muy joven cuando abandona la universidad y emprende su aventura en Hollywood como actor secundario cambiándose de nombre. Su vida familiar está rota. Su mujer no le concede el divorcio y no puede rehacer su vida sentimental, pero tiene que ocuparse económicamente de su mujer y sus dos hijos. Y para colmo, se ha despedido de la empresa por cuestión de orgullo y está sin trabajo. En el colmo de su desesperación recurre a su padre quien abiertamente lo desprecia y prefiere verlo muerto antes de cargar con él. Wilhelm sufría por sus errores y tenía que perdonarse él y luego perdonar a los demás. Se lamenta de haber desperdiciado el tiempo e implora a Dios por ello. La novela acaba cuando el protagonista alcanza la expiación. Consigue paz cuando rompe a llorar en el entierro de un desconocido.
En la tertulia destacamos los aspectos más relevantes de la novela. En primer lugar nos transmite la angustia del protagonista. Efectivamente, el lector participa del estado emocional y el fracaso existencial en el que se encuentra atrapado Wilhelm, que nos mueve a la conmiseración y la empatía ¿Cómo no nos vamos a compadecer de alguien que se agrede mentalmente con estas palabras?: “¡Burro! ¡Idiota! ¡Jabalí! ¡Mulo de carga! ¡Hipopótamo asqueroso, harto de revolcarte en el fango!” Por otra parte, Bellow logra con la utilización del monólogo interior la construcción de la vida interior del personaje, oímos la voz de la conciencia, sus pensamientos y reflexiones. Además la introspección se mezcla con unos diálogos profundos, espléndidos y lúcidos. Un apartado especial merecen los personajes. La caracterización de los mismos está muy lograda. Observamos una peculiar manera de fijarse en el aspecto físico y en rasgos que conforman la personalidad de los distintos personajes que aparecen en la novela. Con una pincelada nos describe hasta las intenciones que pueden albergar. Como ejemplo hemos elegido el retrato del doctor Tamkin porque nos parece genial: “¡Qué personaje era el doctor Tamkin cuando se quitaba el sombrero! La luz indirecta destacaba las complejidades de su cráneo calvo, su nariz de gaviota, sus cejas bien trazadas, su bigote vanidoso, sus ojos castaños de engañador. Tenía una figura rechoncha, rígida, de cuello tan corto que la ancha bola del occipucio le rozaba el cuello de la chaqueta. Sus huesos tenían una forma extraña, como si se plegaran dos veces allí donde una persona normal sólo los doblaba una vez, y sus hombros se elevaban puntiagudos como pagodas. Era grueso de cintura. Caminaba con los pies hacia dentro, como las palomas, indicio tal vez de un carácter tortuoso o de que tenía mucho que esconder…Los ojos eran pardos como piel de castor, llenos de extrañas líneas. Los grandes iris castaños parecían solícitos; pero ¿lo eran? Y honrados; pero ¿era honrado el doctor Tamkin? Sus ojos poseían una fuerza hipnótica, aunque no siempre de la misma intensidad…” (Pág. 93).
Por último, debatimos sobre la relación paterno- filial, la muerte y el apego al dinero, así como los aspectos de crítica social que están presentes en la novela. El protagonista está condenado a fracasar en la sociedad capitalista americana dominada por la hipocresía, el cinismo y la falsedad. El éxito en la vida se consigue acumulando dinero y guardando las apariencias.
Emilia Méndez Pérez