La librería, Penelope Fitzgerald
“Un buen libro es la preciosa savia del alma de un maestro, embalsamada y atesorada intencionadamente para una vida más allá de la vida…”
En el año 1959 Florence Green, una viuda sin hijos, decide abrir una librería en Hardborough, nombre ficticio en el que está ambientada esta novela. Desde el principio el lector es partícipe de las dificultades que entraña esta empresa. A juicio de un vecino “Los libros constituyen una rareza en sí mismos y abrir una librería era enfrentarse a un hecho inverosímil”. Esto como punto de partida. No fue una tarea fácil encontrar un local, conseguir un crédito en el banco, creer en su proyecto y demostrarse a sí misma y a los demás que podría lograrlo. Elige Old House, una casa que nadie quería comprar porque estaba embrujada y arregla la propiedad que también le va a servir de vivienda. Puede abrir la librería y tiene como ayudante a una niña de diez años. Pero los intereses de la protagonista, una mujer buena, luchadora y con coraje, chocan con los de la mujer más influyente del pueblo, Violet Gamart, que se encapricha en convertir Old House en un centro artístico para el pueblo y le sugiere que busque otro lugar para la librería. Todavía no se siente muy presionada, lleva seis meses trabajando con la ilusión de empezar ya; así que sigue adelante sin ser muy consciente de que la quieren echar. Poco a poco vamos conociendo a los personajes y sus gustos literarios; los libros más demandados eran sobre la realeza, la guerra, manuales sobre automóviles…Hasta que se plantea vender Lolita de Nabokov y pide consejo al señor Brundish, el personaje que más abiertamente apoya a la protagonista, quien le recomienda que es un buen libro y por lo tanto debe venderlo. Por supuesto, fue un gran acontecimiento porque venían de todos lados a comprarlo y provoca el rechazo de Violet, que la denuncia por obstrucción en el uso de la carretera. Se avecinan más contratiempos. Un diputado, sobrino de Violet, presenta un proyecto de ley sobre edificios con valores educativos y de interés cultural. Se aprueba esta ley parlamentaria que afecta a Old House. Florence estaba derrotada. Cierra su librería. No tiene derecho a indemnización y para pagar el crédito se desprende de los libros que tiene en depósito y de su coche. Se marcha del pueblo.
Creemos que esta novela costumbrista refleja muy bien escenas de la vida cotidiana de una comunidad pequeña, chismosa y con pocas aspiraciones culturales. Asistimos a las conspiraciones e influencias para que los poderosos impongan sus criterios. Dota a la protagonista de valores morales que ponen de relieve su calidad humana y con la que fácilmente se empatiza. A ella se enfrentan personajes mezquinos que hacen valer su posición social. Nos ha gustado el enfrentamiento dialéctico y epistolar de Florence a la hora de defender sus intereses. También nos ha llamado la atención la falta de dramatismo ante la derrota. Penelope Fitzgeral con una prosa sencilla y sin grandes artificios literarios cuenta esta historia que transcurre en un año, el tiempo que duró abierta la librería. Finalmente hablamos de la magnífica versión cinematográfica de Isabel Coixet, Premio Goya 2018 a la mejor película.
Emilia Méndez Pérez