CLUB DE LECTURA. COMENTARIO

Fotografía: Caroline Anderson

                Madres e hijos, Theodor Kallifatides

Esta autoficción de Kallifatides no es solo un homenaje a su madre, su verdadera patria, sino que se extiende también a su padre. Es una lectura que emociona porque percibimos el significado del legado de sus padres, por los que siente amor, ternura, admiración y agradecimiento.
El autor vive en Suecia desde 1964 y una vez al año viaja a Grecia para ver a su madre.
Además en esta ocasión ha decidido escribir sobre ella.
Tres voces narrativas se intercalan en este relato. La voz del padre, Dimitros  Kallifatides que escribió su biografía porque su hijo se lo pidió. Aparece en cursiva y es un testimonio del S.XX. Ha sido un descubrimiento conocer la historia de los griegos originarios del Ponto. Vivían en Trebisonda conviviendo pacíficamente con los turcos.
Esto cambió cuando triunfó la revolución de los jóvenes turcos y se abolió el poder absoluto de los sultanes. Supuso el exterminio del elemento griego en Turquía y las consiguientes migraciones forzadas. Otros acontecimientos que vivió y sufrió fueron las dos Guerras Mundiales, la ocupación alemana y el Golpe de Estado de 1967. Cuenta también las dificultades que pasaron sus antepasados obligados a emigrar, cómo formó su familia y el desempeño de su profesión como maestro en distintas poblaciones. Una segunda voz narrativa son las reflexiones y recuerdos del autor.
Emplea un tono nostálgico para relatar su niñez y adolescencia en el barrio ateniense de Gizi, habla de sus amores y amistades, de sus maestros y de la transformación y los cambios de la ciudad. Sus reflexiones son agudas y acertadas y trata temas sensibles, como los conflictos humanitarios de los emigrantes, el sentimiento apátrida, la emigración y sus diferentes formas… Con la metáfora del recinto amurallado pone de relieve lo que supone saberse fuera del recinto amurallado de un lugar, que protege a unos y rechaza a los otros. Nos ha gustado la memoria y el homenaje que dedica a sus maestros. Tanto en Grecia como en Suecia los maestros han sido su salvación. Otra reflexión interesante deriva de la incomodidad existencia que le produce el no ser capaz de elegir entre la sociedad del país que lo acogió y su país de origen. Y la tercera voz narrativa la ocuparía el viaje de siete días a Grecia y describe qué hace cada día y cómo lo pasa con su madre. “Por doquier en el mundo eres huésped, menos en casa de tu madre”. Aquí recupera su condición de hijo pequeño y disfruta de su cariño, conversaciones y atenciones. Su madre tiene noventa y dos años, pero es una mujer singular. Destaca en ella “ el estoicismo heredado, el talento de permitir a las pequeñas alegrías paliar las grandes tristezas”. De su padre dice que hizo de él un ser humano; de su madre, un escritor. La madre es la memoria, el pasado. Opina que su madre vive en el mito griego creyendo que vive su propia realidad. Por ejemplo, para ella el mito de la muerte es más fuerte que la propia muerte. Coincidimos con Kallifatides en el concepto de lo que significa una madre: “Siempre llevas dentro un principio”. Con esta frase acaba el libro.

                                                                                                           Emilia Méndez Pérez