Como agua para chocolate, Laura Esquivel
Esta novela de amor imposible aderezada con recetas de la gastronomía mexicana nos relata una historia familiar que comienza a finales del S.XIX y termina en el S.XX. La protagonista es una víctima del sistema matriarcal. Es la menor de las hermanas y por tradición no puede casarse porque debe cuidar de su madre hasta que muera. El hombre del que se ha enamorado acepta casarse con su hermana para estar cerca de ella. La madre es la que lleva las riendas del rancho en el que viven, la que impone las normas y convenciones sociales de la época. Por lo tanto, se nos presenta un mundo complejo, un espacio cerrado que aísla a la mujer y no le permite ser libre. Está estructurada en doce capítulos que corresponden a los meses del año y en cada uno se presenta una receta típica de la cocina mexicana. Primero aparecen los ingredientes y luego se va explicando cómo se hace. La cocina y las recetas están conectadas en el desarrollo argumental. La cocina es un lugar muy importante y actúa como un personaje más. De forma casi plástica percibimos los olores y los sabores que salen de esa cocina. Allí tiene lugar el nacimiento de Tita, la protagonista y es el vehículo que emplea para expresar sus sentimientos. Elabora sus platos con mucho amor y su estado de ánimo influye en la preparación de las recetas que a su vez producen una reacción sentimental en los comensales. Ejemplos: cuando elabora el pastel de bodas de Rosaura y Pedro su tristeza y melancolía hace que todos enfermaran por esa causa. “Todos los invitados participaron de la vomitona colectiva que se organizó en el patio”. O cuando cocinó con las rosas que le regaló Pedro, este se excita al probarla y a su hermana Gertrudis la hace salir corriendo desnuda a bañarse. Además su sensibilidad interviene también en los alimentos que prepara. Lo observamos en la ocasión en que discutió con su hermana Rosaura y los frijoles llevaban tres horas en el fuego y no se cocinaban. Desde que empezó a cantarles y a recordar momentos felices, se terminaron de hacer.
La autora utiliza refranes, dichos y sentencias populares: “Al buen entendedor pocas palabras”.
“Dicen que el sordo no oye, pero compone”. ”Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”.
“Cuando tú vas, yo ya fui y vine”. “Me hace lo que el viento a Juárez”. El mismo título “como
agua para chocolate”, es decir estar a punto de ebullición, hirviendo, como debe estar el agua
para hacer chocolate, aparece cuando Tita está enfadada y rabiando al enterarse de que su
hermana Rosaura desea que su hija continúe con la tradición familiar que ella ha sufrido.
Además de unas recetas de cocina prometedoras, encontramos también remedios caseros:
para curar las quemaduras, para no quedar embarazada, para dormir bien o para combatir el
mal aliento, incluso unos polvos para limpiar los dientes. En algún capítulo la cocina fue sustituida por la ciencia. La temporada que Tita pasó en la casa del médico aprendió fórmulas
químicas.
El realismo mágico va a ser la nota predominante del libro y que nos sorprende a los lectores
por su plasticidad, libertad de expresión y notas de humor. Los sucesos que nos asombran e
impresionan en el desarrollo de la trama, a los personajes les resulta normal y cotidiano. La
hipérbole es el recurso estilístico que emplea la autora para plasmarlo. Veamos algunos ejemplos: El nacimiento de Tita presagia su destino fatal. Nace por un torrente de lágrimas que
se expande por la cocina. Cuando se secó el piso, con las sal sacaron cinco kilos. Tita teje una
colcha de un tamaño tan descomunal que rodea todo el rancho. La facilidad y naturalidad con la que los muertos pasan al mundo de los vivos. En el caso de Nacha para darle buenos consejos y ayudarla. En el caso de su madre para seguir atormentándola y amargarla. El
remolino que forman las gallinas peleándose que levantó a Tita varios metros del suelo y la
lanzó al otro extremo del patio. Este torbellino perforó el terreno e hizo un pozo profundo por
el que desaparecieron la mayoría de las gallinas. Esto es el realismo mágico. Se narran acciones
cotidianas, pero también hechos sorprendentes e inexplicables.
Esta novela en doce entregas con recetas, amores y remedios caseros ha sido llevada al cine
con gran éxito. Hemos disfrutado con su lectura, muy apropiada en estas fiestas que celebramos.
Emilia Méndez Pérez