La nieta del señor Linh, Philippe Claudel
Philippe Claudel en una entrevista señala que esta novela es un canto universal a la tolerancia.
Opina que el deber de los ciudadanos de países desarrollados y democráticos es acoger a los que pasan hambrunas o huyen de una guerra. Tal vez si conocemos cómo se sienten y que piensan los que se ven obligados a huir de su tierra podríamos comprenderlos y aceptarlos.
Un anciano junto con su nieta huye de los horrores de la guerra que asola a su país y llega como refugiado a otro lugar. No se especifican ni el tiempo ni el lugar con la intención, como apunta el autor de hacer universal la historia que cuenta. Allí lo acogen y le prestan ayuda humanitaria, tiene que convivir con con dos familias paisanas que se muestran hostiles con él.
Le cuesta adaptarse porque está desorientado y desconoce el idioma, pero un día que sale a
pasear con su nieta se encuentra con Bark, otro anciano solitario que también necesita
compañía. No se entienden, pero entre ellos se establece un vínculo de amistad. Se acostumbra a su presencia y empieza a adaptarse. Un nuevo acontecimiento cambia su destino porque lo trasladan a un asilo. No lo dejan salir de allí, pero se escapa cargando con su nieta porque necesita encontrarse con su amigo. Gracias a su coraje y determinación lo consigue. Y llegamos al final sorpresa o previsible, depende del punto de vista del lector, que no vamos a desvelar
Un narrador omnisciente presenta a los personajes principales de este relato: el señor Linh,
que llega a un país diferente y por encima de todo necesita preservar su identidad. Lo
observamos en detalles como las pocas pertenencias que lleva: un saquito con tierra de su país
y una fotografía. Por otra parte conserva la tradición de cantar una nana que se transmite de
generación en generación. Este refugiado tiene que enfrentarse al choque de culturas y el
contraste que esto supone. En su aldea vive poca gente, hay niños jugando, sus vecinos trabajan con búfalos en los arrozales, hablan su idioma y los entiende, además hay bosques y
naturaleza; en definitiva, tiene calidad de vida. Por el contrario, en la ciudad en la que se
encuentra no conoce a nadie, hace frío, no hay olores y la gente va con prisa. Por eso siente “
que está en una inmensa jaula sin barrotes ni guardián y que nunca podrá salir de ella”. Este
personaje puede provocar en los demás sentimientos contrarios; en unos compasión y
comprensión. En otros burlas y risas. El anciano afronta las dificultades que van surgiendo y
además tiene que velar por su nieta Sang Diu, un bebé de pocos meses, su única familia. Actúa
con la pequeña como hacen los abuelos; le busca parecido con su hijo, la alimenta y cuida, le
habla cariñosamente: “Soy tu abuelo. No tengas miedo, no va a pasarte nada. Soy viejo, pero
tendré fuerzas mientras haga falta, mientras seas un pequeño mango verde que necesita al
viejo árbol”. Además le canta una canción para tranquilizarla. Por último, Bark, que pertenece
al nuevo país, no le gusta su ciudad y no se identifica con ella. Es un personaje decisivo para la
adaptación y recuperación emocional del señor Linh. Es otro anciano que comprende su
sufrimiento y lo ayuda. Lo acepta cómo es. Se entienden sin palabras, pero sí por los gestos, el
tono de voz, la mirada o la sonrisa. Gracias a él el nuevo país tiene un rostro, una sonrisa, un
olor a humo de cigarrillos. Le enseña la ciudad, los barrios, le regala a la niña un vestido
precioso y la lleva en brazos para que el abuelo no se cansa. Además sabe hacer frente a las
miradas hostiles que le dirigen a su amigo.
En la novela hay otros personajes que carecen de importancia, como las dos familias de
refugiados compatriotas que conviven con el señor Linh. Llama la atención que se muestren
mezquinos y no quieran relacionarse con él. Por el contrario, otros personajes como “la mujer
del muelle”, “la intérprete”, “el médico”, sí se muestran tolerantes y lo respetan.
Nos ha gustado mucho esta novela porque el autor ha conseguido su próposito. Ha sabido
transmitir la tolerancia hacia los refugiados. Está escrita con una prosa sencilla y poética y
sobre todo porque nos habla de sentimientos, como el dolor, la soledad, el miedo, la
resiliencia, la nostalgia, la amistad, la humanidad y la tolerancia… Pero principalmente nos
enseña que hay que buscar un motivo para que la vida tenga sentido y luchar para conseguirlo.
Emilia Méndez Pérez