En nuestra tertulia valoramos la prosa y el estilo de Aramburu. Hemos leído Los peces de la amargura, Años lentos y Patria. Volvemos al autor con El niño, su nueva entrega de Gentes Vascas.
Narra un acontecimiento terrible ocurrido en 1980 en el pueblo de Ortuella, donde murieron cincuenta niños y tres adultos tras una explosión de gas en el Colegio Marcelino Ugalde. Para Aramburu la explosión se convirtió en la tragedia por antonomasia y nunca lo olvidó. Por eso ha surgido esta novela. El autor elige una familia y nos cuenta el dolor y sufrimiento tras la muerte del pequeño Nuco y como sobreponerse a su pérdida. Se trata de una familia modesta y trabajadora que procede de Extremadura. Cada uno de los personajes lleva el duelo de manera diferente. Comenzaremos por la madre, Mariaje: Tras la desgracia se siente inactiva y vacía, no sabe como llenar las horas, su vida ya no tiene sentido. “El dolor taladraría sin descanso su cerebro y su única ocupación diaria consistía en sufrir”. Lo más significativo es que ella que era atea se vuelve devota. José Miguel, el padre que insiste en tener otro hijo para superar el golpe. Nicasio, el abuelo al que no le importa que los vecinos lo consideren que está loco, se comporta como si el niño estuviera vivo, no quiere que nadie le hable ni le interrumpa mientras supone que pasea con él. Los jueves visita a su nieto al cementerio. En su casa reproduce la habitación con los muebles y pertenencias del pequeño y pasa muchas horas hablándole como si no hubiese muerto.
Aramburu nos muestra su maestría en la composición de esta historia. En primer lugar esMariaje quien le confía sus recuerdos y emociones al autor y emplea los recursos propios de la narración oral. “Mi proyecto de vida se rompió de la noche a la mañana por los motivos que usted conoce y por otras razones que yo no sé si a usted le interesará conocer; pero yo no estoy rota, yo sigo en pie respirando y disfrutando con salud de mi retiro, y todo esto no lo declaro por hacerme la dura ni la valiente” (Pág.17) Esta narración en primera persona se alterna con un narrador externo que interviene como un cronista y utiliza recursos literarios. “ Eran días en los que no sonaba música ni barullo festivo en los bares. Como si se sintieran compelidos por un acuerdo tácito, los vecinos de Ortuella conversaban a media voz. Las nubes de otoño se sucedían sobre sus cabezas, dejando a su paso, por las calles, en las miradas, una nota borrosa y opresiva.”(Pág. 77) Además de estas dos voces narrativas hay diez capítulos en cursiva, son reflexiones metaliterarias en las que el propio texto actúa y se expresa por si mismo. Veamos un ejemplo: “Yo desearía que el autor se abstuviese de convertirme en un recipiente de penalidades humanas relatadas con crudeza, sin otro objeto que dar pábulo a las inclinaciones morbosas de posibles lectores”. (Pág. 45). Nos cuenta que la intención del autor es componer una novela corta con episodios breves donde se narre lo imprescindible, limpio de prolijidades y de psicologismo empalagoso. Tambén que examinó cierta fotografía publicada en la primera página de los periódicos con cadáveres infantiles esparcidos por el suelo. Cuatro décadas después del suceso hoy sería impensable e intolerable ver algo así. Por otra parte el
texto revela que Mariaje revisará a fondo la novela antes de ser publicada y se reserva el derecho de cambiar o suprimir lo que considere oportuno. En definitiva, es la que tiene que dar el visto bueno a la obra. Insistió mucho que sobre su marido se escriba únicamente la información que ella ha aportado.
Constatamos que también en esta novela Aramburu muestra la empatía por los débiles, por el dolor ajeno. Veamos como describe el duelo colectivo en Ortuella:” Desde el día del accidente, el pueblo entero se había transmutado en un animal enorme de casas, encogido, pesaroso, susurrante”.
La lluvia es el elemento más presente en las descripciones: “Transcurrían los minutos, las horas, y el cielo tapizado de nubes bajas, de un gris inmóvil, neblinoso, tristón, seguía diseminando sobre los tejados de Ortuella aquella lluvia fina que, más que caer,parecía suspendida en el aire.” (Pág. 176).
En la tertulia comentamos la caracterización de los personajes, lo que significó para cada miembro de la familia la pérdida del Nuco y su capacidad para reponerse del dolor. Es una novela conmovedora porque sabe explorar los sentimientos de tristeza, culpa, esperanza y superación.
Emilia Méndez Pérez